sábado, 27 de agosto de 2011

Mis vehiculos a motor



Esta es una historia relacionada con la pasión por las motos y coches que he tenido y disfrutado durante mi vida.
Primero como afición y luego como necesidad.
Creo que el vehículo es de los elementos más necesarios y que mas ventajas nos aportan, a pesar de sus inconvenientes ya conocidos.

Durante una visita en una torre de unos conocidos de mi padre, sobre el año 1970, me obsequiaron con probar una vespino.
No recuerdo mi edad exactamente, pero estaría sobre los 15 o 16 años.
Fue una experiencia de tan solo tres o cuatro minutos en unos caminos de tierra muy poco transitados.
Acostumbrado a la bicicleta, aquello me parecía mas grande, mas pesado, menos ágil y con falta de practica para dominarla.
Era una motocicleta muy sencilla que no tiene cambio de marchas.
Una vez en marcha empecé a comprobar que adquiría agilidad y velocidad.
Me gustó la corta experiencia y la retuve en la memoria como algo que en cuanto pudiese, repetiría.

Años mas tarde en 1972 y en mi anterior trabajo, finalizando mi jornada laboral y con el dia ya oscurecido, un compañero de trabajo llamado Candido me ofreció dar una vuelta a la manzana en los barrios de Barcelona por la plaza Francesc Macia o antigua plaza Calvo Sotelo en su motocicleta.
Seria otoño o invierno.
Yo tendría unos 17 o 18 años y no disponía de ningún tipo de carnet para conducir.
En aquella época no habían tantas restricciones ni tantos controles.
Aquella motocicleta era una Derby Rabasa de 49cc pero trucada a 74cc.
No era fácil conducirla, mucho ruido, un cambio de marchas al que no estaba acostumbrado y la verdad, no estaba en muy buenas condiciones.
Además se calaba con facilidad.
Pero me hacía mucha ilusión.
Y aquel desagradable olor a gasolina y a CO2 me producían lo contrario, una ilusión por la relación de lo que estaba probando.
Me encontraba feliz conduciendo entre los coches, parando y arrancando al ritmo de los semaforos. Era una experiencia que me fascinaba.
Posiblemente porque era la primera vez.
Todos los inconvenientes se traducían en una pequeña odisea divertida y emocionante.




Esta motocicleta matriculada como B-50.601 la compré tiempo después en 1975, para llevarla a la torre de mis padres ya sin matricula y para correr por los caminos de montaña.
Creo que me costó unas 7000pts (42€)
Seria la mitad o una tercera parte de lo que cobraba al mes.
Acabó con los años dada de baja y regalada a un anticuario.

Con otro compañero de trabajo estuve a punto de cometer un grave error del cual otros compañeros me advirtieron seriamente; comprar una motocicleta nueva y a compartir entre dos personas.
Sin saberlo y después de los años, despidieron a esta persona por un desfalco a la empresa.
Me hubiese metido en un buen lio.
Era una época que no había facilidad de ganar dinero y según lo que quisiéramos, debíamos ahorrar y esperar.




Derby Coyote
En el mismo 1975 me compré mi primera motocicleta nueva;
Una Derby Coyote de la cual me enamoré en un expositor del Corte Ingles de plaza Cataluña.
Yo tenia entre 19 y 20 años.
Daba gusto verla con su linea de montaña muy acertada y atractiva.
Nueva me costó 26.000 pts de aquella época (156€).
Al ser de una cilindrada de 49cc no necesitaba carnet de conducir sino únicamente el permiso paterno.
Pero fue un error comprar un vehículo nuevo del cual no había experiencia alguna. Es un fallo del cual aprendí y escarmenté por los problemas que surgieron posteriormente.
Me la trajeron del Corte ingles en camión y llamaron al timbre de nuestra casa.
Bajé como una bala corriendo.





Su matricula era B-50482
Era increíble lo guapa que era, roja, tan limpia, todos los metales nuevos.
Aquel mismo dia estuve con mi hermano jugando con ella por unos montículos de tierra que habían allí en la zona del Guinardó.  Hoy dia seria imposible con el trafico que hay.
Quería conocerla y habituarme al uso y manejo.
Era como un juguete muy caro y peligroso.
Aunque era una motocicleta de montaña pequeña, yo la veía grande.
Por la noche la guardaba en el portal de casa y escondida debajo de las escaleras.
Era una solución provisional hasta encontrar un garaje de alquiler.
Recuerdo que el seguro anual me costaba 1200 pts (7,2€)

Mi anhelo de moto fue siempre una Bultaco Lobito de 74cc, aquella del deposito amarillo (aunque también la fabricaban en 100cc),  pero para mi era una ilusión inalcanzable.
Pero aquella Derby Coyote me cautivó totalmente aun con su pequeña cilindrada.
Mi primer fracaso con la moto fue un lunes mientras me dirigía al trabajo.
Fue el primer desplazamiento en moto al trabajo.
Si en autobús tardaba media hora en llegar, aquel dia tardé mas de una hora.
Mis padres menos sufridores de lo que es mi mujer, estaban lógicamente muy preocupados por mi tardanza en llegar al trabajo.
No sabían si me había ocurrido algo.
Además no existían móviles en aquella época.

La causa: 
Aquellos motores de 49cc y dos tiempos, al no disponer de aceite interno, funcionaban con gasolina de mezcla.
Eso significa que con la gasolina se mezclaba una pequeña cantidad de aceite.
No recuerdo si era un 2% o un 5%.
Ese aceite era necesario para lubricar el motor, pero tenían un grave inconveniente que siempre sufrían este tipo de motores: “la perla”.
Al ser de poca potencia, le dabas más al acelerador de lo que podía, lo cual producía gasolina mal quemada, que al mezclarse con el aceite, provocaba una carbonilla que se depositaba en la bujía y lógicamente dejaba de saltar la chispa.
Eso detenía el motor y no había forma de arrancar.
Por mas que lo forzases, no arrancaba.
Solo podías sacar la bujía y limpiarla y si además hacías girar el motor sin la bujía mejor, asi acababas de sacar toda la carbonilla depositada en el cilindro.
Aquel dia, se produjo la perla varias veces y casi diría que acabé llegando al trabajo a pie y con la moto a cuestas.
Sudado y agotado.
No tenía ni idea de lo que le ocurría a la moto.
Recuerdo que me tiré por la pendiente de un parking privado desconocido para provocar el arranque, pero inocente de mi, no pude ponerla en marcha.
Y después sube la rampa a pie.
Los compañeros de trabajo me recibieron como si viniese del Paris Dakar.
Empecé a entender cuales eran los problemas que me ocasionaba todo esto.

Tiempo después, planifique con mucho detalle un viaje a Palamos en moto que nunca llegué a realizar. Era un poco temerario ir hasta alli con una 49cc.
En cambio me atreví a ir a Mirasol por la Rabasada con aquella moto que no pasaba de 50 o 60Km/h.
Fui a casa de un compañero de trabajo llamado Jaime Fernandez que curiosamente también tenia otra moto como la mía.
Nos lo pasamos muy bien y me metí en unos barrizales que casi no podía salir.
Fue tal el barro que "trague", que meses mas tarde durante una reparación de motor, el mecánico se sorprendió del barro que había ahí dentro.

Como comenté al principio, la moto tenia un defecto de fabrica que inconscientemente lo asumí como culpa mía.
El cambio de marchas se estropeaba con mucha facilidad y me dejaba colgado con una sola marcha disponible.
Lo llevé varias veces al mecánico y la garantía solo cubría las piezas.
Moraleja; no compres nunca un producto nuevo sin experiencia.
La Derby Rabasa llevaba muchos años de experiencia, pero la Coyote era totalmente diseño nuevo.

Me servía bien en el interior de la ciudad, pero fuera de ella estaba muy limitada por la poca potencia y poca velocidad.
Tener una moto implica en la mayoría de casos, tener un susto alguna vez.
En mi caso fue en el barrio de Pueblo Nuevo.
Me encontré en una curva con un charco de aceite.
La moto empezó a girar en si misma y al final me vi a mi rodando y dando volteretas por el asfalto.
Afortunadamente no me ocurrió nada mas que el casco rayado.
Vi en ese momento como salían chispas del chasis rozando por el suelo.

El frio y la lluvia son elementos que mas se acusan cuando vas en moto y sin protección.
He pasado mucho frio a causa de la velocidad del ciclomotor y he aguantado la lluvia hasta mojar la ropa interior.
No es en si un vehículo cómodo ni seguro, aunque si divertido y agil, sobretodo en la ciudad con tanto embotellamiento y problemas de aparcamiento.

En más de una ocasión mis compañeros de trabajo me la pedían para hacer alguna gestión personal.
No llegaba a entender como alguien pueda tener la desfachatez de pedirte tu vehículo propio por no usar el autobús.
Hoy dia estas cosas ya no suelo verlas, pero en aquella época y con una insistencia descarada junto a mi timidez, se salían con la suya hasta el dia que me rompieron la palanca de arranque.
El causante afirmaba lógicamente que él no había sido y yo pienso que algo tuvo que ver.
Este incidente empezó a mostrarme cuando se deben dejar las cosas y cuando no.
Pero no aprendí.
Un fin de semana otro compañero del trabajo me pidió la moto y la aparcó en un barrio de Badalona.
Quiero pensar que no puso la cadena porque de lo contrario no lo entiendo.
La moto cambió de amo para siempre. Y lo digo de este modo por no decir que se la robaron.
Ni me la pago, ni la recuperé.

Era la época en que ya buscaba comprar otra moto mas grande.
Por esa razón no me dolió tanto, aunque nunca debió acabar de este modo.
La misma casa donde pretendía comprarme la nueva, me daban por ella únicamente dos mil pesetas (12€).




Ducaty Road
Asi tres años después de comprar la Derby Coyote, compré en fecha 27-1-1978 una moto de bastante más cilindrada.
Yo tenía 23 años.
Pasé de 49cc a 250cc y era una Ducaty Road.
Su matricula B-1190-CU
La compré en JJ automóviles, en calle Gerona 48 de Barcelona.
Con los intereses bancarios me costó 150 mil pesetas (900€).
Recuerdo que durante la compra me acompañó mi hermano pequeño.
Fue una situación muy emocionante el conducirla por primera vez.
Comparándola con la otra, me veía mucho mas alto.
Lo mas destacable era su reprise a pesar de sus 120Kg. de peso.
Disfrutaba de verdad.
Aquí si tuve que sacarme el permiso de circulación y aproveché para sacarme también el de coche y moto.

Dias mas tarde tuve que volver a la casa de venta de motos porque me dolía la espalda de aparcarla.
Algo tan sencillo como esto.
Resulta que la levantaba a pulso para poner el caballete.
Cuando según me enseñaron, debía aprovecharme del peso e inercia de la moto para que ella misma se levantase sobre el caballete.





Como por aquella época empecé a trabajar de servicio técnico a domicilio en mi empresa, le coloqué unos soportes traseros para sujetar la maleta de reparaciones.
Tener una moto presenta una serie de inconvenientes a nivel de espacio.
Recuerdo que una vez tuve que hacer 100Km por autopista para un destino por la zona de Igualada y el cansancio por la vibración del motor fue el equivalente a hacer unos 500Km en coche.
Tenia las manos enrojecidas por aquella vibración.
No es lo mismo tener un motor de 250cc en un solo cilindro que tener los mismos 250cc repartidos en dos o cuatro cilindros.

A veces quedaba con un amigo que conocí en la mili y que vivía por Horta.
Tenia una moto de montaña.
Aunque mi moto era de carretera y muy pesada, hacíamos motocros por algunas zonas no urbanizadas.
Me di cuenta que el consumo para una 250cc no era tan bajo como me imaginaba:  se iba de 5 a 6 litros x 100Km.
Usaba gasolina sin mezcla y el motor era de cuatro tiempos.

Con aquella moto fui a buscar a la estación de ferrocarriles catalanes en la plaza Cataluña a la que sería mi mujer.
Aquel dia se puso a llover y suerte que llevaba un chubasquero bajo el asiento, al que ofrecí a ella.

Solo usé aquella moto durante un año, haciéndole 15.000Km  y me la vendí el 28 de diciembre de 1978 por 100 mil pesetas (600€).
Para realizar mi trabajo cómodamente necesitaba mejor un coche que una moto.
Las herramientas, recambios y materiales varios de instalación no podía llevarlos en la moto.
Se había convertido en un lujo poco practico aquella Ducaty.
Y me dí cuenta de ello un poco tarde.

Creo que mis piruetas de motocros dañaron algo a aquella moto preparada solo para carretera.
Al compañero al cual le vendí la moto tuvo un percance según me comentó tiempo después;  se le rompió el eje de la rueda trasera.
Moraleja, para montaña usa las motos de montaña y para carretera las motos de carretera.




Seat 600
Asi adquirí un coche Seat 600 de tercera o cuarta mano por casi el salario de un mes: 20.000 pts (120€).
Era verde claro, pequeño, de dos puertas y con poca potencia.
Me lo vendió un compañero del mismo anterior trabajo: Antonio Garcia.
Estuvo fabricado en el año 1969, tenía matricula B-670660 y lo compré en marzo 1978.
Solo lo mantuve un año.
Cuando levantaba la alfombrilla del suelo, veía el asfalto.
Podia frenar el coche con los pies como los picapiedras.
Recuerdo que mi compañero Antonio me lo dejó aparcado cerca del paseo Valldaura de Barcelona y también me acompañaba mi hermano pequeño en el momento de recogerlo.





Tuve mucha ilusión el coger aquel coche por primera vez.
Acostumbrado a la moto, me encontraba encerrado en un recinto pequeño.
Este coche por los años que tenía me dio muchos problemas mecánicos en referencia a los paliers y calentones, por tener el motor atrás.
Solo una vez me dejó tirado, pero fue en el mismo Barcelona, por Fabra y Puig.

También con este Seat tuve los primeros partes de accidentes, todos ellos leves y por despistes durante un aprendizaje normal.
Cuando alcanzaba los 110Km/h era a base de revolucionar el motor al máximo y temblar todo el chasis. No eran coches para correr tanto.
Tras un año de uso (el 29 de mayo de 1979) lo vendí por el mismo precio de 20.000pts a una tal Maria Rosa, una chica muy alocada.
Se lo llevó a Menorca y casi se le cae al mar durante la entrada al ferri.
No supe nada mas de todo ello.


Renault R8
Aunque iba tras un Citroen Dyane 6, estuve a punto de adquirir un Citroen AMI 8 Club, barato y de bajo consumo, pero perdí la ocasión.
El 24 de Abril de 1979 compré a través de un anuncio en la Vanguardia un Renault 8 de segunda mano, color azul oscuro, matricula B-904392 y fabricado en 1971.
Era un empresario que cambiaba toda su flota de coches.
Me lo vendió por 100.000pts (600€) y me hizo una demostración llevándomelo por la montaña de Montjuick, con acelerones y frenazos.
Tras esta demostración de “super maquina” tuve que llevarlo al taller porque empezó a perder liquido de frenos (demasiadas demostraciones).

Me dejó el coche aparcado en la avenida de Roma y noté la diferencia de tamaño y de motor respecto al Seat 600.
Sin serlo, me parecía todo un “cochazo”.






Lo tuve 6 años y con él hice la mayor parte de kilometros dedicandolo para la empresa.
Con este coche me casé e hice el viaje de novios.
Con este coche tuvimos a nuestra hija y agradecí las cuatro puertas que disponía.

Atravesando un rio en Castellbisbal tuve un percance. 
Se me quedó el coche en medio del rio al cual saqué con la ayuda de un camión y una cadena.

En una ocasión le incorporé un regulador temporizado casero para el limpia parabrisas.
En otra ocasión y haciendo mis inventos, le cambié el tamaño del chicle.
El chicle es una tuerca de latón con un pequeño orificio en el centro.
Por ahí entra hacia el motor la gasolina en forma pulverizada.
Mi intención era reducir el consumo a base de reducir la entrada de gasolina.
No iba mal, pero una vez en un parking subterráneo, no conseguía salir porque le faltaba fuerza. (inventos de pacotilla).
También en otra ocasión le puse un alerón detrás para que entrase mas aire al motor y se refrigerase mejor.
Cual fue mi sorpresa meses mas tarde cuando esa supuesta entrada de aire era realmente la salida. La verdadera entrada de aire estaba por debajo.
Confundí el recorrido de aireación.
¡Vaya fallo!
A este coche le hice poner un sistema de funcionamiento con butano, algo ilegal y penalizado.
Durante un control policial con abertura de maleteros, cogí tal miedo que decidí sacar el sistema de butano.
Me hubiesen sancionado con unos 1200€ si me cogen.
El sistema me costó instalarlo 210€ y solo amorticé la mitad.

Le hice un total de 108.000Km sin saber realmente cuantos llevaba ya por el antiguo propietario.
Este coche lo vendí después de 14 años de vida (en Abril 1985) por 10.000pts (60€) a otro compañero de trabajo: Jose Muniente.
Realmente el negocio de vehículos de compra venta entre mis compañeros de empresa, fue destacable.


Ford Fiesta
En abril 1985 compro a mi encargado de empresa Pedro Ros, un Ford Fiesta color calabaza con matricula B-4925-CV, fabricado en 1979.
Me costó 300.000pts (1800€), tenia 53.000Km y después de 4 años lo vendí por 100.000pts (600€).
Estas adquisiciones con precios mas elevados, requería ya de prestamos por parte de algún familiar.







Hasta ahora todos los coches eran con el motor atrás y sus típicos calentones, pero este ya empezaba con motor y tracción delantera.
Recuerdo que recogí el coche en la calle Castellbell y Vilar de Barcelona.
Su color calabaza era atractivo y juvenil, aunque solo disponía de dos puertas.
Era el Ford Fiesta de menor cilindrada de su gama y por eso notaba su falta de potencia.

Estando aparcado una vez en el Paseo de Gracia de Barcelona, nada mas girar la calle a pie, me abrieron el coche sonando la alarma y disuadiendo a los intrusos.
No se llevaron nada pero dañaron las cerraduras.
En la mayoría de mis vehículos les instalaba alarmas caseras cada vez mas sofisticadas, diseñadas en casa.
En 1989 lo vendí a un tal Javier Pallares de las Fonts con 130.000Km.
Asi el coche tuvo un total de 129.000Km en 10 años.


Opel Corsa
En febrero de 1989 compro a Lidia Martinez, una compañera de trabajo de mi mujer, un Opel Corsa TR color rojo, el modelo que lleva portamaletas, o culo.
No era muy logrado en linea pero si practico.
Era un cinco puertas y llevaba solo 52.000Km cuando lo compré.





El vehiculo era del año 1982 y lo compré en el 1989.
Apenas había tenido kilometraje y al poco de usarlo tuvo sin ningún tipo de causa ni motivo, una averia de junta de culata.
Me dijeron que el vehiculo estaba “dormido”.
El vehiculo de matricula B-2294-FP en color rojo, me costó 450.000pts (2700€) y le hice 138.000Km en 7 años.
Cada vez me sentía mas cómodo en los siguientes coches que compraba, y cada vez mas caros.
Lidia me dejó el coche delante mismo de mi parking cuando hizo el traspaso.
Este coche acabé vendiéndolo en 1996 a una tal Carmen Lozano de Hospitalet y a través de un compañero de mi actual trabajo llamado Eduardo, por 8000 pts (48€).
Tuvo asi el coche un total de 190.000Km en 14 años.


Golf Wolsvagen
De este vehiculo se han hecho infinidad de modelos y éste, de matricula B-9452-JT se fabricó en el año 1988.
Era blanco, de tres puertas, con 75.000Km.
Lo compré en marzo de 1996 a través de mi cuñado Juanjo y a un compañero de trabajo suyo llamado Tomás Marcó Sanchez.
Me costó 730.000 pts (4.400€).
Me lo dejó preparado en un parking descubierto de la Meridiana muy próximo al cruce de Fabra y Puig o la estación de San Andres Arenal.





Tenía un buen reprise y me subieron el precio del seguro solo por ser este modelo de vehículo. 
Parece que por estadísticas tenia muchos siniestros.
Me tuvieron el coche un mes a ratos libres en un taller solo para instalarme el cableado de una alarma propia que diseñé.

En una ocasión y a causa de un conductor inconsciente adelantando en una curva y bajo un puente, tuve un choque que me desmontó todo el frontal.
La broma me salió por unas 200.000pts que casi un año después me las pagaron.  Eso si, adelantando yo el dinero.
Le hice 148.000Km en 8 años y lo vendí por 120.000pts (720€) a la casa Citroen al comprar el siguiente vehiculo.
El vehiculo tuvo asi un total de 223.000Km en 16 años de vida.


Citroen Picasso
El 2-10-2004, casi a mis 50 años y tras cinco vehículos de segunda mano, me decido a comprar mi primer coche nuevo.
Lo compré en la Citroen de mi población por 16.150 euros
Era de color gris perla (plateado) y todo olia a nuevo.





Al ser un monovolumen más alto que un utilitario, me costó acostumbrarme por el tamaño y las dimensiones.
Su gran maletero me permitió en dos ocasiones cargar un frigorífico de tamaño medio (1,5mt).
Con este vehículo asistí a la boda de mi hija.
En estos 7 años (hasta la fecha en 2011) le he hecho 108.000Km.
Lleva una alarma original y es la primera vez que no hago ningún tipo de inventos en su interior.
Apenas abro ni manipulo el capó del motor.
Nos hemos vuelto mas comodones.

Y esta es la historia de mis vehículos que como ves, no repetí nunca de marca ni de color.

Guillermo Blanco 29-11-2011



viernes, 26 de agosto de 2011

Situaciones que nos prueban

Situaciones que prueban nuestra conducta


Muchas veces y en entornos sociales, las actitudes entre las personas suelen ser afables y cordiales si el objetivo común es simplemente el encuentro y el saludo.

Pero si el objetivo es una misión de trabajo, sea lucrativa o no, aparecen entonces los roces, las diferencias, las discrepancias, entre algunos.

Y esto es asi en cualquier lugar, medio o forma de trabajo.


Cuando las personas nos ponemos a prueba, empezamos a conocemos mejor, con nuestros defectos y virtudes.

De otra forma, difícilmente las apreciaríamos.


Todos somos buenos si no convivimos con nadie.

El roce hace el cariño, dicen, pero a veces produce lo contrario.

¿Es bueno o no lo es conocernos a fondo?

Creo que es bueno, aunque a veces el precio sea alto, incluso pagando con la ruptura.

Pero es la única forma de conocernos, de lo contrario vivimos con una máscara fingida que puede durar años y años.

¿Prefieres conocer a tu adversario a pesar del riesgo que comporta o prefieres convivir con él sin saber nada de él?


Todos sabemos lo difícil que son las relaciones humanas.

Tantas personas somos, tantas formas de pensar diferentes.

Los hay tímidos, orgullosos, prepotentes, sinceros, honestos, mentirosos y tantas variables que realmente combinan en muchos casos una bomba de relojería.

En el ámbito familiar, nos conocemos bien entre pareja y entre padres e hijos pensando que ese núcleo es suficiente para valorarnos.

Pero a veces nos llevamos sorpresas.


¿Qué ocurriría si el matrimonio monta una pequeña empresa “familiar”?

¿No crees que las cosas se complicarían más de lo que se vive en la vida matrimonial?

¿Quién manda y quien obedece?

¿Quién es el jefe y quien el trabajador?

Te aseguro que las cosas no funcionarían del mismo modo.

Y creíamos que nos conocíamos bien!

Pon a la mujer de jefe y al marido de obrero por ejemplo (y digo por ejemplo)

¿Cómo crees que acabaría?


¿Has vivido alguna vez la relación con un compañero de trabajo que con el tiempo lo ascienden y se convierte en tu jefe, responsable o encargado?

Por buen jefe que sea, las típicas presiones laborales harán un dia u otro que se destape la “caja de los truenos”.

Se acabó aquella amistad!


Pero no siempre las relaciones se malogran.

Normalmente nos ponen a prueba y crean roces, pero a veces y si se supera, el resultado puede ser una amistad más fortalecida.

Asi una experiencia mas intensa provoca dos cosas; o bien rompes y te enemistas o bien tu amistad se fortalece.

Ese es el resultado.


Ahí entra también el factor tiempo, como variable que intensifica la experiencia.

Poco tiempo; poca experiencia, mucho tiempo; mucha experiencia.


Cada persona es un mundo y muy diferente uno de otro.

Nuestras características forman una personalidad y hay personalidades que se atraen (indistintamente del sexo) y otras que se repelen.

Son los resultados de caracteres amoldables o no.

De todas formas y aunque hayan casos de total incompatibilidad, nuestro esfuerzo debería ser el superar estos inconvenientes y situaciones.


Guillermo Blanco 13-11-2011

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Salud, dinero y amor


Una frase formulada desde hace muchos años y que encierra un orden de prioridades en las necesidades materiales del ser humano.


Sin amor se puede vivir pero con un posible desequilibrio emocional que todos necesitamos a nivel afectivo.

La soledad y los problemas conyugales se convierten en nuestras primeras preocupaciones.

Separaciones, divorcios, compartir los hijos y una manutención establecida.

En otros casos una soltería permanente, que en muchos casos acaba siendo una dependencia de nuestros padres por una salud ya delicada.

"no es bueno que el hombre esté solo".


Sin dinero, o digamos con pocos ingresos se puede vivir o mal vivir sin ningún tipo de bienestar, comodidad, confort y seguridad.

Se sobrevive.

En muchos casos debiendo renunciar a una vivienda y marchando a vivir a casa de algún familiar.

En otros casos debiendo hasta pedir ayuda a nivel de sustento y alimentación o debiendo hacer equilibrios para llegar a final de mes.

No deja de ser otra preocupación importante que nuestra sociedad de consumo en la cual nos hemos integrado, demanda para subsistir.


Sin salud nada se puede hacer.

Dependiendo de que grado de deficiencia sufrimos, nos afecta constantemente en nuestro propio cuerpo.

Dependencia de hospitales, rehabilitaciones, bajas laborales, operaciones, medicaciones permanentes y dolores más o menos intensos, que nos limitan y afectan a nuestro estado de ánimo.

En casos extremos o casi extremos, una dependencia relativa hasta para nuestra supervivencia.


Hay quien dice que todo tiene solución menos la muerte.

Desde luego, pero hasta llegar ahí (tema que se puede discutir en otras ocasiones), la calidad de vida depende de estos tres factores.


El bienestar personal debe cumplir y satisfacer facetas de emocionalidad, necesidades materiales cubiertas y una salud que al menos no nos limite con los años en cuestiones graves.


¿De que sirve tener mucho dinero si no tenemos salud? y este problema lo pueden sufrir hasta los más poderosos.

¿De que sirve tener mucho amor si no hay dinero?

Bueno, este problema tiene una mejor solución, si hay compenetración.

Pero si no lo hay, la deficiencia económica puede dar un giro y convertirse en problemas matrimoniales si la relación con el conyugue era ya critica.


Muchos cuando se les plantea un deseo, lanzan el "salud para mi familia".

Y en realidad es lo mas importante materialmente hablando, porque sin salud pocas cosas se pueden hacer.


El que disponga de estas tres cosas, por nuevos problemas que se le presenten, puede estar contento y satisfecho.


Guillermo Blanco 12-11-2011

http://misblogspersonales.blogspot.com/